jueves, 8 de septiembre de 2011

Metaentendiéndonos


Dice Bateson sobre metalingüística y metamensajes:

La comunicación humana puede operar, y siempre opera, en muchos niveles contrastantes de abstracción. Estos forman una gama en dos direcciones, desde el aparentemente simple nivel denotativo (“El gato está en el felpudo”). Una gama o conjunto de niveles más abstractos incluye los mensajes explícitos o implícitos en que el tema del discurso es el lenguaje. Los llamaremos metalingüísticos.
Al otro conjunto de niveles de abstracción lo llamaremos metacomunicativo (Por ejemplo, “El hecho de decirle yo dónde estaba el gato fue amistoso”). En estos casos el tema del discurso es la relación entre los hablantes.

Un problema vinculado, dentro de la evolución de la comunicación se refiere al origen de lo que Korzybski llamó la relación mapa-territorio, el hecho de que un mensaje, cualquiera sea su naturaleza, no consiste en los objetos que denota (“la palabra gato no nos puede rasguñar”). Lo que sucede, más bien, es que el lenguaje mantiene con los objetos que denota una relación comparable a la que existe entre un mapa y un territorio. La comunicación denotativa, tal como se da en el nivel humano, es posible sólo después de la evolución de un complejo conjunto de reglas metalingüísticas (pero no verbalizadas).

En el proceso primario, el mapa y el territorio se identifican; en el proceso secundario, pueden discriminarse. En el juego se los identifica y se los discrimina.

Si reflexionamos sobre la evolución de la comunicación resulta evidente que un estadio muy importante de esta evolución tiene lugar cuando el organismo cesa gradualmente de responder de manera enteramente “automática” a los estados efectivos-signos de otro y se hace capaz de distinguir el signo en cuanto señal, es decir, a reconocer que las señales de otro individuo y sus propias señales son solamente señales, en las que se puede confiar o desconfiar, que pueden ser falsificadas, negadas, ampliadas, corregidas y así sucesivamente. (...)

(Masticación burda de la primer parte de "Una teoría del juego y de la fantasía", Gregory Bateson en "Pasos hacia una ecología de la mente", 1954)

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